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Este fin de semana hemos disfrutado de un silencio maravilloso, en las ciudades no se oía nada, podías caminar y escuchar los pájaros, los insectos y hasta el sonido de tu cerebro.
Esto ha sido una bendición para el alma, que siempre lleva la presión de nuestros deseos.
Hemos podido quedarnos en casa, ordenar, limpiar, reflexionar, y hacer multitud de cosas, pero todo dentro de nuestra casa.
A lo largo de la historia, siempre ha habido epidemias, en las cuales se ha marchado muchas personas, y esto deja una huella dentro de la humanidad, este silencio es el recuerdo del pasado.